INICIOS DE LA CIRUGIA BUCAL Y MAXILOFACIAL
La Cirugía Bucal y Maxilofacial una
disciplina odontológica, que a partir de su historia ha tenido que
luchar con grandes esfuerzos para ubicarse en el contexto
médico-científico, mediante la abnegada y sufrida labor de sus
pioneros, los cuales han intervenido en la creación de la
disciplina en nuestro medio. Esta sección tiene un
objetivo preciso, como es el ilustrar al educando en la
problemática, las dificultades, los cuales se han venido superando,
para poder brindar bienestar y futuro promisorio dentro de la
profesión en beneficio de la comunidad.
Se puede decir que la historia de la Cirugía Bucal y Maxilofacial
es en principio una combinación de la historia de la cirugía y la
odontología. La Cirugía es tan antigua como la humanidad.
Carecemos de tradición escrita sobre sus orígenes, por lo cual
debemos apoyarnos en hallazgos prehistóricos (pinturas,
esqueletos, instrumentos, etcétera) y en la observación de
aquellos pueblos que aún viven anclados en la prehistoria para
darnos una idea aproximada de cuáles fueron sus inicios.
La historia de la cirugía bucal es muy extensa. El
desarrollo de la cirugía maxilofacial es demasiado prolijo para
ser siquiera esbozado en esta pequeña introducción. La espiral
del progreso y el desarrollo no deja de crecer en este campo,
adueñándose de los avances que se producen en especialidades
afines.
Existen alusiones a los problemas quirúrgicos bucales desde casi
3.000 años A.C. No obstante, la cirugía bucal como especialidad
definida comienza en el Renacimiento. Esta idea de
especialidad se puede encontrar ya en los tratados dentales
escritos en el siglo XVI, época en la que también se empieza a
notar una sensible separación de la cirugía bucal y la general, así
como de la cirugía practicada por los barberos. De esta
forma en el siglo XIX, la cirugía bucal queda establecida como una
disciplina. Las razones fundamentales son evidentes: el
establecimiento de escuelas dentales, el descubrimiento de la
anestesia general y el esforzado servicio de los primeros
pioneros. Sólo en el siglo XX fue reconocida
oficialmente, lo cual se debió en gran parte a las consecuencias
oficialmente guerra mundial.
FRACTURA MANDIBULAR
Fuera del área mediterránea la cirugía tuvo gran desarrollo en la
India: los hindúes practicaban la sangría, la ligadura de vasos
sanguíneos con fibras vegetales, la laparotomía, la cesárea,
etc.(1)
Aún es conocido como método indio la intervención encaminada a
reconstruir la nariz con colgajos de piel geniana o frontal.
Sushruta,
“padre de la cirugía india”, vivió alrededor del año 600
a.C.; describió la anatomía de la mandíbula, el dolor por la
exposición de las terminaciones nerviosas, el tercer molar
inferior con su nervio alveolar y relacionó el nervio
infraorbitario con la neuralgia facial. Realizó tratamientos para
la luxación bilateral de la mandíbula. Describe técnicas datadas
en el 2500 aC para la reconstrucción de nariz, orejas y labios,
siendo el precursor del colgajo frontal en reconstrucción nasal,
conocido en la actualidad como colgajo indio y que aún continúa
en uso.
En aquella época, la nariz era considerada un órgano de reputación
y respeto, por lo que era frecuente amputar nariz u orejas para
castigar a los criminales, a los adúlteros o a los prisioneros de
guerra. Lo habitual del procedimiento, hizo que se desarrollase un
ingenioso método para reparar tal pérdida. En aquellos tiempos, los
artesanos dedicados a tan habilidosa actividad eran
los koomas o alfareros, que poseían el secreto
de la manipulación de los tejidos vivos. Con la piel de la frente
realizaban un colgajo, que giraban e incorporaban al resto de la
nariz existente. Cuando el extremo distal se había “pegado” al
lecho receptor, seccionaban el pedículo y se devolvía el excedente
a su lugar de origen. De la India estos conocimientos se
transmitieron a Persia y Arabia y más tarde, a Grecia e Italia.
Original y reconstrucción de unas de las tenazas de hierro que
probablemente se utilizaban para extraer dientes en el castillo
romano de Saalburg.
De esta manera, entre los años 25 aC y 50 dC, en Roma Celsus (Aulus
Cornelius Celsus) se dedicó a recopilar las traducciones y
hallazgos árabes, egipcios y griegos, publicando su libro “De
Re Medica“, donde detalla el uso de colgajos y plastias.
En la época de los Vedas para las extracciones dentales usaban
cocimientos a partir de beleño, cáñamo, belladona o adormidera;
la exodoncia se practicaba golpeando directamente sobre la corona
o sobre una madera a modo de escoplo, lo que daba lugar a la
fractura del diente o de las corticales óseas, a los ladrones se
les cortaba la nariz y en ese periodo se desarrollo el colgajo
frontal o colgajo indio (ver imangen abajo).
Mientras tanto, en el mundo árabe, la medicina sigue avanzando en
técnicas de cauterización y sutura entre los siglos VIII y IX.
Más tarde Abenzor describe una
traqueostomía, Averroes y Avicena impulsan
la medicina y la cirugía y se menciona la reconstrucción de la
nariz del emperador Justiniano II utilizando un colgajo frontal.
Y en siglo XI, Abulcasis, en su obra
“al-Tasrif”, revive y enriquece el arte quirúrgico de
los antiguos sabios griegos.a civilización china es una de las
más antiguas conocida, realizaron aportes al desarrollo de las
ciencias médicas, y entre ellas a la cirugía dental. En el siglo
XVIII a.C. el emperador Mei-King escribió un libro; en su
capítulo XVI describe varios tipos de odontalgias. La extracción
dentaria la practicaban con los dedos y utilizaban la acupuntura
para curar 7 enfermedades bucales distintas, hacían uso de sus
agujas de oro y plata.
En el imperio Persa y en otras altas culturas primarias
prehelénicas o precolombinas se encuentran referencias de
distintos procesos odontológicos, y entre ellos de la avulsión
dentaria.
Los griegos que iniciaron la medicina científica y de quienes se deriva la mayor parte de nuestra nomenclatura médica, desarrollaron en una época comprendida entre el silo VI A.C., hasta la segunda centuria de la Era Cristiana un sistema de medicina que ha sido la base de la terapéutica en Europa hasta casi finales del siglo XV.
En la antigua Grecia, Asclepio o Esculapio
(1560 a.C.) ya había construido instrumentos rudimentarios para
la exodoncia; también se le atribuyen indicaciones precisas sobre
la avulsión dentaria que realizaba con una pinza llamada
“odontagogo”. En las valoraciones mitológicas se le considera
hijo de Apolo y “dios de la medicina”.
Aristóteles de Stagira (445-376 a.C.) fue el más famoso filósofo
y médico de su tiempo; se le considera el fundador de la Anatomía
y de la Historia Natural. Escribió de la extracción dentaria y
describe un instrumento llamado “odontagra” formado por dos
palancas que se mueven en sentido contrario. Clasificó los
dientes por su forma y función.
Timócrates y Adamacio hicieron la distinción entre neuralgia y
odontalgia. Hipócrates (460-377 a.C.), padre de la medicina,
describe en los libros de la Colección Hipocrática o Corpus
Hippocraticum un inmenso caudal de sus saberes médicos entre los
que se encuentran muchos referidos a la patología y terapéutica
bucal y máxilofacial. Fue el creador del término “muela del
juicio” para designar el tercer molar; conocía el tratamiento de
las perforaciones palatinas y la consolidación de los dientes
vacilantes, trataba las fracturas mandibulares ligando unos
dientes con otros por medio de alambres de oro. Reservaba la
extracción dentaria como último recurso. Hablaba de la
reimplantación dentaria, considerando que en las fracturas de los
maxilares los dientes luxados debían volverse a su sitio y ser
mantenidos con ligaduras. Recomendó aparatos complejos, pero
prácticos para la reducción de fracturas maxilares; realizaba los
vendajes hipocráticos cuando la fractura era de mandíbula y la
sostenía con pequeñas tablillas. Tiene el mérito de haber
sostenido la unidad indisoluble de la cirugía y la medicina. En
trabajos que se atribuyen a Hipócrates se aconseja la extracción
de los dientes destruidos si eran movedizos, y cuando estaban
destruidos pero no se movían, aconsejaban la desecación con un
cauterio. Para reducir las fracturas del maxilar
inferior, aconsejaba ligar juntos los dientes de cada lado de la
fractura con cordel de lino o hijo de oro e incluso decía que los
dientes perdidos podían reemplazarse y mantenerse en su sitio
mediante ligaduras similares.
Un trabajo de Hipócrates sobre dislocaciones fue muy estudiado en
el siglo X por Apolonio de Kitio en sus comentarios, pues era lo
primero que se escribió en los últimos siglos A.C., que también
estaba ampliado con ilustraciones.
En algunas lozas sepulcrales figuran esculpidos algunos de los
instrumentos utilizados por los dentistas y cirujanos griegos de
aquellos tiempos, la especialidad se revela en algunos mitos
helénicos.
Los etruscos realizaban diversas actividades odontológicas, como
extracciones dentarias, que se considera que lo aprendieron de
los fenicios.
Los fórceps dentarios eran conocidos por los griegos resulta
evidente a través de los comentarios de Aristóteles, cuando explica
que "estaban construidos con dos palancas, aplicadas la una
contra la otra y con un fulcro común".
Los tratamientos eran esencialmente no quirúrgicos, puesto que como
su doctrina condenaba las heridas e incisiones de sangre humana
tuvieron que esforzarse en encontrar remedios en la química y en la
farmacia. El cauterio se convirtió en " Instrumento
Nacional". Poco amantes de la extracción de los dientes, los
árabes empleaban aplicaciones tópicas de medicamentos o
desvitalizaban mediante cauterios al rojo. Como quiera que se hayan
ido produciendo en las sucesivas publicaciones, diseños de los
instrumentos que empleaban, éstos han podido llegar hasta nuestros
días.
En Roma, en el siglo I Cornelio Celso en su tratado “De arte
médica” hace amplias referencias a la cirugía bucal, y describe por
primera vez la importancia de practicar la sindesmotomía y de la
dirección de los movimientos de tracción para evitar la fractura
del hueso. Para extraer las raíces utilizaba un instrumento llamado
“rizagra”. Estudió la anatomía de la mandíbula y su fractura,
describió por primera vez los síntomas clásicos de la inflamación,
aún válidos. También habló de las luxaciones. Empleó instrumentos
como el cauterio, estilete o sonda, el fórceps y el “vuscella o
vossela”, actual pinza de algodón. Celso Cornelio, de igual manera
en el cual describía úlceras de la boca, que los griegos llamaban
aftas: pequeños tumores de la encía llamados parulides por los
griegos; un método para extraer dientes con fórceps; tratamientos
para el dolor de muela; incisiones y drenajes de los abscesos y la
reducción de fracturas de las arcadas con un método muy semejante
al de los egipcios.
Galeno (131-201 A.C.) fue el más grande escritor médico de la
antigüedad, e hizo una enorme contribución, como destaca Garrison,
a la medicina. Con una enorme facilidad explicó todos
los hechos bajo el aspecto de la más pura teoría y sustituyó un
sistema estricto de filosofía médica por la anotación e
interpretación clara y llana de los hechos según el pensamiento
hipocrático.
Su trabajo de anatomía tuvo una autoridad tan unánimemente aceptada
que "la medicina europea permaneció en un estado de inmovilismo
durante casi 14 siglos, hasta la época de
Vesalio". Galeno describió la anatomía de los incisivos
así como su función, la de los caninos y molares e hizo observación
sobre la Odontalgia sobre la cual diferenciaba el dolor producido
por pulpitis del producto por periodontitis. Elaboró un
procedimiento de farmacia que todavía tiene vigencia en el siglo
actual y se viene empleando en el mundo de la medicina; se refiere
a la preparación de medicinas crudas por medios físicos (solución,
decocción). Trató las odontalgias, la patología de
erupción del tercer molar, describió la anatomía dentaria, su
inervación por el trigémino y estudia la evolución de la
caries, etc.
Galeno daba instrucciones muy detalladas respecto a la reparación
de los defectos de la nariz, oreja y boca. Sus enseñanzas,
mezcladas con supersticiones, quedaron consagrados y fueron causa
de un retraso considerable en el progreso médico.
Poco tiempo después de su muerte, la caída del Imperio Romano bajo
la dominación de los bárbaros llevó a Europa a la oscuridad de la
cultura y los conocimientos sobre el transplante de tejidos fueron
olvidados. En la edad media no se dieron nuevos avances en el campo
de la cirugía e, incluso, la actividad quirúrgica fue considerada
como "indigna del médico" y abandonada en manos de los cirujanos
inferiores y vagabundos (Giovanni de Vigo).
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